El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

martes, 15 de noviembre de 2011

NO CUESTA NADA SABER JUGAR

Las risas de Anastasia se sentían desde el otro lado del pasillo, su nana se presentó de inmediato para averiguar que hacía a la niña tan feliz. Se encontraba sentada en su cunita, le hacía monigotes a Pepo su osito de peluche con un calcetín. Cual marioneta se lo había introducido en la mano. Le había visto hacer este gesto muchas veces a su nana cada vez que la vestía para ir de paseo.
                                                                                     
Pasados los años esta niña pícara creció. Se encontraba creando marionetas para el cuentacuentos del colegio de su hija, mientras pensaba en lo feliz que había sido ella con un simple calcetín. Su nana la enseñó a hacer marionetas, vestidos para las muñecas, cortinas y colchas para su casita de muñecas, y todo usando los solterones calcetines que solemos tirar a la basura sin complejos, porque no hay una sola vez que no se nos pierda uno de ellos.   

Utilizando materiales domésticos aún en su vejez, sus manos crean juguetes de los de ayer, pasando un rato agradable con los nietos al atardecer, al lado de la chimenea con algo de comer, cosen unas nuevas marionetas, preparan caretas para el carnaval, cometas para la playa y todo cuanto piensen en reciclar se transformará en un espectáculo de felicidad.

No hay calcetín soltero en la casa de Anastasia pues pronto te hace una marioneta de estar por casa.   

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