El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

SILUETAS DE LA NOCHE

Una sombra cerca de la ventana hacia sospechar a Macarena que un fantasma o un monstruo la acechaba. Cada noche cuando se iba a dormir ojeaba la habitación desde su cama después de que su mamá le hubiera dado las buenas noches. Había noches que en la pared se reflejaba una sombra, a veces parecía una cara fea, otras la rama de árbol e incluso había días que parecía un pájaro.

Temía a las noches de luna llena, pues esta reflejaba en su pared aquella extraña sombra que provenía desde el exterior asomándose a su ventana. Escondida debajo de las sabanas dormía las noches de luna clara, pensaba que debajo del manto protector de su colcha de hadas no habría ser perverso y horrible que la cazara. Al reflejo de la luz del alba se asomaba cada día a su ventana antes de ir al colegio, para comprobar que no la acechaba ningún peligro, que los seres malignos de la noche desaparecían cuando llegaba el día.

Observaba desde la ventanilla del coche su ventana, luego comprobaba que la suya era igual a las del resto de la casa. Al llegar al colegio decidió comentarle lo que le ocurría a su mejor amiguita. Compartían pupitre, su tiempo de juego y los colores morados.  Pero ésta no supo aconsejarla pues su madura mentalidad de cinco años no le dejaba momento libre para monstruos y fantasmas. Ella dormía con Paquita pucheros su muñeca favorita, y cuando se iba a dormir mientras la abrazaba fuerte, fuerte, pensaba en cosas bonitas.

Su amiguita quiso prestarle a Paquita pucheros, pero ella no quiso. Esa muñeca le daba todavía más miedo que su propia ventana. Si su amiga dormía abrazada a una muñeca y así se sentía protegida, ella dormiría con Mr. Potato, pero debía ponerle su cara más terrorífica. Lo miraba mientras lo tenía en las manos pensando si dormir con él, pero tampoco le era agradable su propio muñeco enfadado. Antes de apagar la luz puso a Mr. Potato en el borde de su ventana, así asustaría a los monstruos. Luego se escondió entre sus sabanas para dormir confortada con la ayuda de su héroe protector. 

A la mañana siguiente cuando se despertó miró para su ventana pero Mr. Potato no estaba, se levantó y se asomó a la ventana, pero no había rastro de él. El monstruo de la noche debía haberle hecho algo. “Esto no va a quedar así, no con mi Mr. Potato” dijo Martina para sí misma. Ya no podía más con aquella situación, ella misma se había cansado de pasar miedo. “Hasta aquí hemos llegado, no volveré a tener miedo a la oscuridad” se dijo.

Pronto llegó la noche, se había pasado el día entero pensando en ahuyentar los seres que le creaban miedo, pero seguía sin saber que hacer. Pretendía contarle lo que le ocurría a su mamá pero ésta que preparaba las maletas para un fin de semana en la nieve no le prestó atención.

Una vez arropada en su camita debía dormir, pero esta vez lo haría con la luz encendida, y así se quedó dormida. A media noche su mamá se despertó, y se levantó porque vio la luz encendida. Como Martina dormía, su mamá le apagó la luz. Al instante se despertó, había sentido pasos. Se sentó en la cama y observó todo el cuarto, de pronto vio una sombra por su ventana. Esta vez tenía silueta de pájaro, y movía la cabeza para delante y para detrás. “No tengo miedo, no tengo miedo” se repetía una y otra vez mientras se dirigía hasta la ventana. Se paró un paso antes, se acercó a la pared y escondida detrás de las cortinas se asomo a ver.

“Siluetas de la noche, Martina ya no tiene miedo, ahora tiene otro dilema que hago con este palomo viejo” dijo en voz baja mientras se reía. Por fin había averiguado quien era el que se comía las miguitas de pan que se le caían mientras merendaba en la ventana. Había cazado infraganti al poseedor de sus desvelos, ella pensaba en monstruos y solo era un simple palomo el que le quitaba el sueño. Una vez descubierta la verdad decidió irse a dormir. Al pasar por el baúl de los juguetes vio unos ojos malvados que se asomaban por un filo. Pero esta vez no se iba a acostar sin más, encendió la luz para comprobar que aquellos ojos fieros los podía cambiar por unos más contentos, ya que Mr. Potato estaba bien cubierto.

A la mañana siguiente se levantó muy contenta pues ya no tenía miedo a la noche y todo estaba listo para hacer un viaje a la nieve. Las maletas estaban en el coche, y Martina se disponía a salir. Pero antes de partir puso miguitas de pan en su ventana, así cuando su monstruo alado de la noche de alas azuladas y blancas fuera a visitar su ventana plateada, tendría algo para cenar.

2 comentarios:

  1. Eres kui. Eres magia pura.no te llamas victoria te llamas buscadora de sueños y los encuentras para darlos y entregarlos a todos os que buscan. Son maravilloso los cuents

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  2. Victoria es el hecho de teneros ahí, muchas gracias a ti por tus comentarios y a los demás por estar ahí.

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